ARTE O TOMADURA DE PELO
Soy escritor y pintor, pero no entiendo de arte. De pequeño, de la mano de mi abuelo, empecé a descubrir el mundo de la pintura visitando museos. Por lo menos, me llevaba dos veces al mes. Al principio, con una pasta de crema o chocolate en una mano y el Capitán Trueno en la otra, ya quedaba lo suficiente absorto, para que sin apenas darme cuenta, me dejara llevar. Con el tiempo empezó a gustarme la magnitud del espacio, el silencio, el olor que se respiraba y poco a poco empecé a disfrutar también de las pinturas. Desde entonces y hasta la fecha, siempre que he podido escaparme, he corrido a ver una exposición de pintura, pero nada sigo igual de tonto e inculto sobre la materia. En fin, hay quien vale y yo no tengo esa cualidad, no se puede tener todo en esta vida. Tengo que confesaros, que empecé a sospechar mi nulidad en el tema desde el principio y que ganarme la vida como crítico de arte quedaba del todo descartado. Por si tenía alguna duda, se disipo el día que vi una exposición de Antonio Tapias y después otra de Juan Miro, entre otros. No entendía lo que veía y sigo sin entenderlo y lo peor de todo, es que no sé si quiero entenderlo. Recuerdo como si fuera hoy, un sábado por la mañana, en vez de jugar al fútbol o a la charranca con las chicas, con cara de bobo contemplaba una tras otra, las obras de un tal Tapias, en un museo importante de Barcelona y a medio camino de la exposición del pintor, eché a correr hacia la parada del tranvía, tirando de la mano de mi abuelo. Por el camino solo pensaba en llegar a tiempo, para jugar a lo que fuera con mis amigos. Mi abuelo no solo se dejó tirar de la manga, si no que no opuso resistencia y no dijo ni mu. De todos los cuadros que vi ese día, sorprendentemente a cual mas horribles y que valían un pastón, me quedó grabado uno titulado: Safata de dolços amb taca al mig (Bandeja de dulces con mancha en el medio) y la verdad es que allí no se estaba engañando a nadie, la obra era lo que el titulo rezaba. El Sr. Tapias y su familia, con todos los respetos del mundo, Dios me libre, un domingo, por deducción, comieron en los postres Lionesas.... y el cuadro era justo eso, las sobras. Una bandeja de pastelería llena de manchas de nata y chocolate, con una grande de este último dulce en el centro, enganchada al lienzo y debidamente enmarcada y barnizada, no fuera a manchar a nadie.Como este tipo de obras, algunas de ellas con simples garabatos a mi modo de ver, me las fui encontrando con otros famosísimos pintores. Lo tuve claro: Jordi, si quieres pintar, pinta, pero no abras la boca.
Incluso he llegado a pensar, que Picasso, uno de mis favoritos, como lo son (Van Gogh, Gauguin, Degá, Casas, Santiago Rosiñol o Monet) cuando dejó de lado las magníficas pinturas que había hecho hasta la fecha y empezó a pintar parecido, con esos cubitos, rayas y lunas con pies intentaban decir: Ahora que soy famoso, demostrado mi valía, y el poco esfuerzo de algunos de mis colegas de profesión, me partiré el pecho yo también, haciendo lo mismo a destajo. Los firmo y hala, que para chulo un servidor.También soy de la opinión que Dalí hizo lo mismo, se montaba películas de romanos cada vez más extravagantes y descabelladas y la crítica lo aplaudía. Ahora estarán los dos en el cielo, partiéndose la caja. De hecho se conocieron, si mi información es exacta, en una Residencia Estudiantil de Madrid. En fin, este artículo será mi ruina en el campo que intento progresar, pero me pasa lo mismo que cuando tengo un tema en mi cabeza unos días y la musa rasca mi mano, lo tengo que pintar, escribir o reviento.
P.D. Si alguien es también del club de los cero patateros en crítico de arte, o no, que me dé su opinión sobre este artículo, por aquello de: “consuelo de muchos consuelo de tontos” que a mí me da igual, lo importante es consolarse, que lo de tonto ya lo tengo asumido.
Jordi Cabré Carbó.
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